Atraviesas el ventanal y vas directo a la hamaca, bajo las palmeras, entre sol y sombra. La tarde está tranquila y después de un día de playa nada como descansar antes de una cena especial en el restaurante. Un baño refrescante en la pequeña alberca quizás, un paseo en bici hasta el pueblo…
Encuentra el valor de los pequeños detalles, los que nunca se olvidan.